De entre las técnicas del condicionamiento operante, en entradas anteriores ya hemos visto las más destacadas para adquirir o incrementar conductas.
Siguen muy vigentes en la actualidad, y en Educación Social se utilizan en el acompañamiento de personas con NEE, TDAH, Trastorno del Espectro Autista (TEA), diversidad funcional, salud mental y, por supuesto, en recursos de atención residencial a menores (acogida e internamiento).
En estos últimos, el cumplimiento de la normativa, las sanciones, consecuencias y/o recompensas se apoyan claramente en el enfoque conductual.
Hoy os traigo las técnicas más usadas para reducir o eliminar conductas.
Pero, en lo que respecta a mi experiencia profesional con menores, en mi caso, extranjeros no acompañados, considero que el control del comportamiento a través del manejo de las consecuencias y del ambiente, además de exigir un conocimiento y aplicación rigurosos de la técnica, no puede ser el único modelo de intervención en los centros, ni tampoco el más importante. Es prioritario abordar también los componentes emocionales y cognitivos que producen las conductas.
Lo veremos en próximas entradas.
Comenzamos,
Castigo: tras la emisión de la conducta no deseada se presenta un estímulo aversivo (desagradable y/o que provoca rechazo) o se retira uno positivo.
Pero esto por sí solo no se considera castigo: la consecuencia implementada debe ir unida a que efectivamente se reduzca la conducta, si no ocurre así, estaremos aplicando una sanción y no un castigo.
Es castigo SOLO SI REDUCE LA FRECUENCIA FUTURA DE LA CONDUCTA.
Dentro del castigo encontramos el castigo positivo y castigo negativo:
1. El castigo positivo introduce un estímulo aversivo tras la emisión de la conducta.
Hay que tener en cuenta, que el valor del estímulo, aunque se considere desagradable per se, es en cierto modo subjetivo (como pasa con el de los reforzadores) y depende de la valoración que de él haga la persona sobre la que se aplica: también tiene que ver con quién lo aplica, por qué conducta, en qué circunstancia, quién está presente o qué se pierde.
Por ejemplo, si regañas a un menor; la influencia de este estímulo aversivo vendrá determinada por la importancia y significado que tengan para él, también por el motivo de la reprimenda, por tu relación con el menor (más o menos vínculo), por si están presentes otros menores…
El estímulo aversivo puede ser primario: grito, dolor (cachete)… o secundario: insultos, gestos y acciones que provocan malestar o vergüenza.
El castigo físico es una práctica ilegal es España.
Entonces, ¿utilizamos el castigo positivo en Educación Social? Sí, usamos la reprimenda, la amonestación verbal y la crítica constructiva.
2. El castigo negativo consiste en una retirada de estímulos positivos.
Existen dos tipos fundamentales:
2.1. Tiempo-fuera: consiste en retirar el acceso a reforzadores inmediatamente después de la conducta que queremos reducir o eliminar.
Se usa sobre todo con niños: ir al «rincón de pensar», a su cuarto… sin acceso a actividad que les resulte agradable (jugar, ver dibujos animados…)
Reglas del tiempo-fuera:
- El niño o niña ha de ser consciente de las razones por las que se está aplicando este castigo y debe conocer su duración.
- La duración ha de ser breve. Se considera que 5 minutos en niños pequeños es suficiente (aumentar 1 minuto por año a partir de los 5 años).
- Mientras dure el tiempo-fuera no se dará ningún reforzador positivo.
- Se debe cumplir el tiempo establecido y acabar cuando el niño/a se está comportando de manera adecuada.
- El tiempo-fuera no puede servir para ayudar al niño a escapar de una situación que no le guste, porque se estaríamos reforzando la conducta inadecuada (reforzamiento negativo) .
2.2. Coste de respuestas: significa la pérdida de un reforzador positivo que tenga la persona sobre la que se aplica el castigo.
Pero (y esto lo convierte en una técnica efectiva) se podrán entregar o recuperar los reforzadores positivos si se incrementa la conducta adecuada.
En los recursos residenciales los chicos pierden tiempo de salida en solitario (ocio) o pierden parte de la paga que tienen asignada, o tiempo de uso del WIFI o de su teléfono móvil…
Para que el castigo (negativo o positivo) sea efectivo, tiene que seguir una serie de normas:
- Tiene que producirse inmediatamente después de la aparición de la conducta no deseada.
- Se debe emplear cada vez que dicha conducta aparece y la persona o personas sobre las que se aplique deben saberlo y conocer, además, las consecuencias.
- Debe ir precedido de una advertencia.
- No ha de haber reforzamiento muy a continuación del castigo, aunque se considera positivo utilizar el reforzamiento de conductas alternativas (incompatibles con la conducta a eliminar).
El castigo además puede tener efectos colaterales:
–Reacciones emocionales como rabia, ira, llanto, miedo, tristeza…
–Escape de la situación y/o evitación de la persona que lo administra.
–Agresión.
–Castigo modelado: hay que ser conscientes de que el niño/a o adolescente, aprende que en situaciones en la que no le gusta el comportamiento de otros puede utilizar la misma acción: si le pegan pegará, si le insultan insultará…
–La persona que dispensa el castigo se acostumbra a utilizarlo como herramienta habitual: la rápida reducción o eliminación de la conducta inadecuada, nos genera un refuerzo negativo a nosotros mismos. Descuidando así herramientas como el refuerzo positivo y el refuerzo de conductas alternativas.
Otras técnicas a tener muy en cuenta:
3. Reforzamiento diferencial de otras conductas: para eliminar o reducir determinadas conductas hay que evitar reforzarlas y reforzar, en cambio, otras:
–Incompatibles con las conductas a eliminar.
–Alternativas, si es difícil elegir alguna incompatible, al menos reforzar una que sea rival de la conducta a eliminar.
–Funcionalmente equivalentes, conductas que nos llevan a alcanzar el mismo objetivo pero de manera más adecuada.
Por ejemplo: la comunicación verbal y no verbal de nuestro menor hacia nosotros es habitualmente agresiva (tono alto de voz, amenazas, sarcasmos, gestos intimidatorios); en este caso habrá que reforzar siempre que sea capaz de comunicarse de manera conveniente.
–Tasas bajas de respuesta, cuando la frecuencia es de la conducta a eliminar es muy alta, es más recomendable utilizar el reforzamiento cuando se reduce la frecuencia de emisión y no esperar la aparición de una conducta más apropiada.
Por ejemplo: nuestro menor utiliza muchas palabrotas en cualquier conversación; sería mejor aplicar el reforzamiento cuando observamos que, durante un tiempo estipulado, no lo hace o lo hace menos.
4. Extinción: consiste en dejar de reforzar una conducta que se ha estado reforzando previamente (con reforzamiento positivo o negativo).
Es absolutamente necesario saber identificar los reforzadores: si es uno o son varios, si provienen de distintas personas, padres, educadores o también amigos, compañeros de clase… por lo que extinguir dicha conducta puede resultar difícil.
Por ejemplo: el adolescente que comienza a consumir tabaco, animado y acompañado por un compañero del recurso. Este compañero es un reforzador.
Es más efectiva si se acompaña de reforzamiento diferencial.
A tener en cuenta:
- El proceso de extinción es gradual.
- Suele haber un incremento de la conducta a eliminar al comienzo de la técnica de extinción. Por ejemplo: las rabietas.
5. Sobrecorrección: es una penalización o sanción (ojo, no es un castigo) por llevar a cabo una conducta o acción no adecuadas.
Generalmente es una realización de tareas que supongan un esfuerzo que resulta molesto (pero no aversivo).
Se basa, primero en la restitución: corregir aquello negativo que haya causado la conducta y, segundo, en la práctica positiva: consiste en desarrollar la conducta adecuada, incluso de manera exagerada.
Por ejemplo, nuestro menor causa desperfectos y roturas en la residencia; la restitución consistiría en pagar los daños, y la práctica positiva en arreglarlos o arreglar otras cosas durante un tiempo.
Es posible aplicar solo uno de los dos componentes.
Diferencias entre castigo y sobrecorrección:
- La sobrecorrección cumple una función educativa ya que incluye la práctica de conductas alternativas o incompatibles con la conducta inapropiada.
- Se considera que sigue siendo efectiva aunque se demore en su aplicación.
- Ha mostrado ser de gran utilidad en conductas agresivas y en las poco cívicas.
Y aquí pongo fin a las técnicas operantes para reducir y/o eliminar conductas. Espero que os resulten útiles.
¡Próximamente, programas de economía de fichas y contratos de contingencias!
Toda la información compartida sobre técnicas de condicionamiento operante se ha extraído del «Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo-Conductuales» de Ruiz, Díaz y Villalobos.
Deja una respuesta